Ya pasó la Semana Santa, y en teoría nos hemos revestido del hombre nuevo con la Resurrección de Jesús, pero ¿realmente ha sido así?
¿Los efectos de la Semana Santa aún continúan en nosotros o tan sólo fue una “fiesta”, una ocasión para darme golpes de pecho sin cambiar realmente en mi interior?
¿Soy más tolerante con mis semejantes? ¿tengo ya el valor para señalar las cosas erróneas que están haciendo los demás? ¿soy más útil a mi comunidad?
¿abro mis ojos del corazón a las necesidades de los pobres y enfermos? ¿ya no critico a aquellos que trabajan más para la Escuela de Pastoral que yo?
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