martes, 2 de febrero de 2010

Anecdotas Sacerdotales 28

Durante algunos años fui capellán del Cementerio Municipal de Paraná (Argentina). Todos los domingos celebraba la Misa a los pies de la Cruz mayor del mismo, luego de la cual no pocas veces la gente me pedía que quisiera confesarse, o que recitase un responso, que bendijera alguna placa o que rezase alguna oración en particular en la tumba de algún difunto. Ocurrió una vez que, sin siquiera quitarme los ornamentos de la Misa, fui inmediatamente terminada la misma a rezar un responso en un panteón un poco distante del lugar de la celebración. Mientras volvía, tratando de acortar el camino, pasé por una zona donde los panteones son tantos, y están construidos tan cerca los unos de los otros, que la voz humana rebota allí haciendo eco en todos los vericuetos y escuchándose claramente donde las personas no se ven unas a otras, incluso a una cierta distancia. Mientras caminaba, escuché una voz que provenía de la dirección hacia la cual yo estaba avanzando. No podía aún verlo, pero me di cuenta de que era la voz de un niñito, que preguntaba: abuela, ¿el abuelo está aquí dentro? ¿Está durmiendo? ¿Se despertará alguna vez? Cuando él acabo de formular la pregunta, yo pasaba exactamente delante, y sólo en ese momento logré verlo, arrodillado junto a su abuela, delante de la tumba de su abuelo. Antes de que la abuela pudiese responder, aminorando un poco mi caminar, yo respondí - como si la pregunta hubiese sido formulada a mí: ¡Sí, hijito, tu abuelo duerme, y en el último día, el de la Resurrección de los muertos, Cristo mismo lo despertará para la Vida eterna!. Como la disposición de los panteones en esa parte del cementerio es tan irregular, en el momento mismo en que terminé de formular mi respuesta quedé fuera del ángulo visual de ellos, y seguí mi camino. Grande fue mi sorpresa y mi alegría cuando, por el mismo efecto acústico por el cual había podido escuchar la pregunta del niño, escuché también su reacción a mi respuesta: ¡¡Gracias, Señor Jesús! Yo hice una pregunta importante, y tu mandaste del Cielo a un sacerdote para que me la respondiese!!

--Juan Pablo Esquivel, Argentina

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