El Padre Daniel María López, colonizador de una región del eje cafetero acá en Colombia, tuvo muchas anécdotas, de entre las cuales entresaco la siguiente: Cierto día fue convocado para administrar a un enfermo que residía en zona rural a una distancia de 7 horas cabalgando. Le enviaron una persona con dos caballos, uno para él.
Salieron de la Casa Cural, y luego de recorridas unas cuantas horas, el Padre Daniel le dijo al acompañante: "mi maruchito, adelántese un poco que requiero hacer una necesidad personal" (mixionar), y como era muy recatado, no quería ser visto. El ayudante le obedeció, y quedó esperando. Al cabo de mucho tiempo (más de una hora), viendo que el Padre no aparecía, salió rumbo a la finca malhumorado, para decir que el Padre no había querido seguir, que lo había puesto a esperar un rato. Pero cuál fue la sorpresa, cuando los patrones le dijeron: "Por qué dejó venir solo al Padre?" Hace rato vino, atendió al enfermo, almorzó con nosotros y se volvió". Se dice que el P. López tenía el poder de la bilocación, y por eso cumplió su misión sin acudir a medios normales.
Se dice que en otra ocasión, cuando viajaba por un camino a pié, a la vuelta de un recodo, vio cómo Satanás le ponía la espalda a un alud, sobre el cual jugaban unos niños de corta edad, en el recreo de su escuela veredal. Como quiera que el P. López tenía sus encuentros con el demonio, le preguntó: por qué hace usted eso de contener el barranco para que no se derrumbe? el maligno le respondió: "Es que estos todavía no me pertenecen".- Muchas gracias, que Dios los bendiga
--F.B.H., Colombia
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