viernes, 4 de diciembre de 2009

Anecdotas Sacerdotales 8


Estimados Hermanos en Cristo Jesús:
Contar una anécdota de un amigo como lo es Monseñor Alfonso Alfonzo Vaz, no es una tarea fácil, no por tener alguna anécdota que fuera merecedora de ser contada; sino más bien por el gran número de ellas. En todas encontramos una enseñanza evangelizadora. Pues mi curita como cariñosamente lo llamo; nació en la ciudad de Caracas el 01 de Junio del año 1917 fue el tercero de 12 hermanos y se ordenó de sacerdote diocesano el 23 de Marzo de 1940 en la ciudad de Roma, el año que viene - si Dios le da salud - cumplirá 70 años de ordenado.

Su anécdota es la siguiente: Tirso Se Robo El Cielo Mi curita luego de ser ordenado, realizó su especialidad en Derecho Canónico en la Gregoriana de Roma. Llegando a Caracas en el año 1943 fue asignado como secretario del arzobispo en la Catedral de Caracas, ubicada en la Plaza Bolívar en pleno centro de la ciudad. En esos días se sintió conmovido por la cantidad de niños pobres que circulaban por las calles, y pensó que había que hacer algo al respecto, por lo que funda en ese año una agrupación para ayudar a esos jóvenes, con la finalidad de formarlos como hombres de bien e útiles a la sociedad a la que llamó: escuela de Limpia Botas esta funcionó en un apartado de la Catedral. Se inició con 12 jóvenes y poco a poco el número se fue incrementando.

La tarea fue difícil, la enseñanza para poderlos sacar del atraso en que se encontraban fue enorme. Había que instruirlos prácticamente en todo, desde como comer, leer y escribir, hábitos de aseo personal, etc. y sobre todo enseñanza religiosa, porque de donde venían, ya el diablo había hecho de las suyas y muchos eran: ladrones, pandilleros, vagos y pendencieros. Sin embargo esto no desanimó al padre Alfonzo; todo lo contrario siguió adelante y tal fue su esfuerzo que muchos de estos muchachos lograron ser profesionales, hombres de bien con oficios dignos como: carpinteros, zapateros, sastres etc. Hombres honrados gracias a su granito de arena, de sus colaboradores y sobre todo a la de Nuestro Señor.

La enseñanza religiosa fue primordial, porque Dios era un verdadero desconocido. De nuevo el número 12 se nos presenta, porque son doce los calificados para hacer ese año La Primera Comunión. Entre ellos estaba Tirso un niño de 10 años que había llegado desnutrido, casi sin ropa y sin zapatos a la Escuela de Limpia Botas. A cada uno del los comulgantes se les consiguió un padrino que colaboraría con lo necesario para el evento: camisa, pantalón, etc.., El día anterior al acto, a todos se les proporcionaron sus utensilios con excepción de Tirso pues su padrino se le había olvidado mandarlos. Sin poder dormir esa noche se escapó temprano en la mañana y salió a la calle a buscar dinero para su comprar su equipo de Primera Comunión. Vio a una señora muy elegante cruzando la calle con una gran cartera colgante, entonces vio allí su oportunidad y tomando una veloz carrera se abalanzo sobre ella y le arrebato la cartera, en la huida fue atropellado por un automóvil malogrando sus planes. Lo llevaron al puesto de Socorro allí las enfermeras lo atendieron con mucho cariño y ellas reunieron el dinero para comprarle todo lo necesario. Entonces muy elegante y en cama hizo su Primera y /última Comunión, pues a los pocos minutos murió por un derrame interno. Muy conmovido por aquella situación y con voz sollozante las palabras del padre Alfonzo fueron Tirso se robo el cielo Fin. (487 palabras)
Estas historias pasan desapercibidas cuando la víctima es un desconocido o es una persona poco importante. Pero me pregunto qué es más importante que ganarse el cielo al menos Tirso Molina lo consiguió.

--Alfredo Gómez, Venezuela

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