Soy un padre de la Diócesis de Trujillo en Venezuela, que podría decir, son muchas las anécdotas que todo sacerdote podría comentar sobre su ministerio y trabajo pastoral, unas más hermosas que otras, pero no por eso dejan de ser importantes y de tantas experiencias una me ha cautivado y fortalecido en mi ministerio cuando me he sentido indigno de tal gracia como lo es el sacerdocio ministerial.
En una oportunidad una familia preocupada por la salud y bienestar de su hijo se acerco a mí y pidió que lo bautizara ya que se encontraba enfermo, era niño de unos seis años, eran como las 9:30 pm, y tal vez renuente por la hora accedí a su petición, el niño se veía muy enfermo y me dio la impresión de que no pasaría de esa noche, pero también recordé las palabras del Evangelio "para Dios nada es imposible".
Y bien, la familia se fue agradecida por haberle bautizado a su hijo. Al tiempo me entere que esa familia antes de recurrir al sacerdote -como luego lo hicieron- habían ida a un brujo tal vez desconcertados por la mala experiencia que estaban pasando por su hijo, habían dudado de su fe y a última instancia fueron al sacerdote, lo más hermoso de esta anécdota fue que, después de que fue bautizado su hijo, el niño se recupero y paso la noche bien y al día siguiente su salud estaba restablecida y esto sirvió para que su familia se convirtiera nuevamente a Dios y a la Iglesia. y esto me hizo crecer y porque no creer en mi ministerio, porque, son muchas las oportunidades donde Dios se revela y tal vez por tantas actividades no logramos comprender el momento hasta que recapacitamos y nos damos cuenta de la situación.
Esta experiencia me sirvió para enamorarme más y más de mi ministerio sacerdotal, que como regalo a veces debemos de cuidar porque la llevamos en vasijas de barro. Espero que esta experiencia sirva a mis hermanos en el ministerio sacerdotal para saber escuchar a Dios que habla a veces desde el dolor ajeno, para que no cerremos nuestro corazón a su voz, que es la voz de los pobres y necesitados, y podamos atender con diligencia su voz que nos anima siempre y recordamos sus palabras "Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo, no tengan miedo". Que Dios les bendiga.
--Javier Castro, Venezuela
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