domingo, 17 de enero de 2010

Anecdotas Sacerdotales 23


Soy un padre de la Diócesis de Trujillo en Venezuela, que podría decir, son muchas las anécdotas que todo sacerdote podría comentar sobre su ministerio y trabajo pastoral, unas más hermosas que otras, pero no por eso dejan de ser importantes y de tantas experiencias una me ha cautivado y fortalecido en mi ministerio cuando me he sentido indigno de tal gracia como lo es el sacerdocio ministerial.

En una oportunidad una familia preocupada por la salud y bienestar de su hijo se acerco a mí y pidió que lo bautizara ya que se encontraba enfermo, era niño de unos seis años, eran como las 9:30 pm, y tal vez renuente por la hora accedí a su petición, el niño se veía muy enfermo y me dio la impresión de que no pasaría de esa noche, pero también recordé las palabras del Evangelio "para Dios nada es imposible".

Y bien, la familia se fue agradecida por haberle bautizado a su hijo. Al tiempo me entere que esa familia antes de recurrir al sacerdote -como luego lo hicieron- habían ida a un brujo tal vez desconcertados por la mala experiencia que estaban pasando por su hijo, habían dudado de su fe y a última instancia fueron al sacerdote, lo más hermoso de esta anécdota fue que, después de que fue bautizado su hijo, el niño se recupero y paso la noche bien y al día siguiente su salud estaba restablecida y esto sirvió para que su familia se convirtiera nuevamente a Dios y a la Iglesia. y esto me hizo crecer y porque no creer en mi ministerio, porque, son muchas las oportunidades donde Dios se revela y tal vez por tantas actividades no logramos comprender el momento hasta que recapacitamos y nos damos cuenta de la situación.

Esta experiencia me sirvió para enamorarme más y más de mi ministerio sacerdotal, que como regalo a veces debemos de cuidar porque la llevamos en vasijas de barro. Espero que esta experiencia sirva a mis hermanos en el ministerio sacerdotal para saber escuchar a Dios que habla a veces desde el dolor ajeno, para que no cerremos nuestro corazón a su voz, que es la voz de los pobres y necesitados, y podamos atender con diligencia su voz que nos anima siempre y recordamos sus palabras "Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo, no tengan miedo". Que Dios les bendiga.

--Javier Castro, Venezuela

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